Conocí a una chica luego de dejar a la Chama en la universidad, le recité un poema, le dije que soy escritor. Me dijo que su padre murió y tenía un libro de poemas. Hicimos el amor esa tarde.
Cuando estábamos a solas bajo mi cierre, metió mi pene en su boca luego de un rato como que le dio asco. Yo me lo había lavado, no sé que pasó. Hicimos el amor, tenía el culo más bello que he visto. Hace días que no como bien y en el espejo, me di cuenta de que ya no era un dios. Cuando acabé estaba molesta por haber sido la Otra, a ella le habían sido infiel y no creyó que sería capaz de hacer lo mismo que le hicieron. La follé de nuevo y le pregunté cuando estaba excitada qué se sentía ser la Otra, la que uso para mi placer. Me dijo que riquísimo. Cuando acabó me dijo que soy un dios, un dios maldito. Un poeta maldito.
Me hizo prometerle que aparte de ella no iba a tener otra amante. Cuando el taxi la recogió me dio un beso y me abrazó. Esa noche me llamó y le pregunté por qué cuando saqué mi pene y acabé en su pierna, reaccionó como su mi semen fuera mierda. Ella empezó a reir y me dijo que entendiera que apenas era el segundo en su vida.
Luego de hacer el amor con Gey esa misma noche, le conté que esa chica resultó ser amiga de la Flaca, estudió en el bachiller con ella. Y Gey me preguntó que cómo ese tipo de cosas me pasaban a mí sin darme cuenta, cada amante que voy teniendo crea un círculo que la conecta con otra y así creo un sistema en donde yo soy el Dios y nadie se da cuenta. Gey empezó a llorar y me corrió de la casa.
¿Acaso estoy condenada a que seas mi Dios también, maldito? Dijo antes de cerrar la puerta.
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