Le rehuyo a ese amor amor impuesto. En navidad me escondo a leer, no tolero el abrazo obligatorio. Esposos se acarician sólo porque hay testigos, posando su mano sobre su pareja como si despellejaran un cadáver podrido. Gente que habla, crítica, y opina sobre temas por los cuales, serían capaz de hacer cualquier cosa, menos formar parte de la solución.
Me consuela pensar que anteriormente las fechas navideñas se crearon por una necesidad de tregua, unión, dejar salir los fantasmas de la paz por un ratito, pero ¿No es absurdo que la época de paz y amor; sea ahora, una manifestación de hipocresía, amor a regaña dientes, y lo peor: presunciones superficiales (si es que no son estás el único tipo que existe)?
Si no vivimos en países en guerra ¿Por qué esperar hasta el último mes del año para demostrar afecto? ¿Realmente necesitamos que una fecha, y por qué no, un sistema, nos autorice a desbordar el cariño que se esconde bajo nuestra piel exhausta: de frío desprecio por la vida?
¿En serio está bien creer que meter tu barriga junto a un árbol sin vida, para tomar una foto solamente porque todos lo hacen, es la felicidad? ¿Quién nos ha inducido a pensar que el amor es un regalo material; y que, si no nos obsequian no nos quieren? ¿No es mejor usar una fecha especial para agradecer, con sobriedad, todas los aprendizajes que nos hicieron más rico este año? En vez de pedir a criaturas misteriosas suerte y prosperidad para el futuro. Deseos, que luego del primer lunes del año desaparecerán.
No odio la navidad, me parece una idea estupenda. Pero seguirá siendo un desperdicio de tiempo y recursos, mientras sigamos viviendo como vivimos. En un mundo lleno de falsedad, de sentimientos vacíos y de ideas superficiales. Es decir: La navidad es hueca porque nuestras vidas son huecas y, nuestro compromiso con el amor y la paz, no es algo presente en nuestras vidas, mas que como una función delegada a dioses, gobiernos, o cualquiera, menos nosotros mismos.
¿La alternativa? Creo que es clara. No resignarnos ni corrompernos. Demostrar al mundo que no necesitamos que nos digan cómo querer, qué agradecer, o porqué ( y por qué) ser felices. La vida es muy frágil como para esperar a fin de año para valorarla (o fingir que lo hacemos). Esta crítica es un deseo de amor que me desborda, es la resistencia de aceptar las cosas como me son dadas. Es el profundo cariño que siento por mis despreciables compañeritos de vida, que en el fondo, sé que aman respirar tanto como yo. Respirar las cosas bellas de la vida, es decir: Celebrar una navidad con fuego en el alma, en vez de fuegos artificiales. Aunque no sea diciembre, aunque no sea conmigo.
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