Este viaje a España ha sido una maravilla. Europa me asombra, me cuesta creer que aquí las cosas si funcionan: En los aeropuertos no te roban cosas de las maletas, las calles estan limpias y las aceras no están rotas, la gente usa el paso de cebra, todos hablan chistoso (con una hermosa confianza que perturba), en los autobuses la gente no va de pie y los chóferes se detienen en la parada que les corresponde, y no manejan como locos. Cuando hay un paso peatonal el coche se detiene. Los chicos a los quince reciben de regalo una moto pequeña, que en Venezuela, tardarías un año en ahorrar la plata necesaria para comprarla; y después de dos meses, seguro te la roban. Las mujeres todas son bellas, con esos ojos azules, el pelo amarillo, parecen de revista, lo malo es que no tienen casi nalgas ni tetas: Todo el mundo cojea de una pata. La gente no se baña mucho, el otro día se montó un tipo en el bus y estaba hediondo, olía a culo y pata, el chofer le tuvo que pedir: que por favor se fuera en taxi porque era un maldito asqueroso. Las playas, en comparación con las del Caribe: dan lástima. Pero hay algo bueno, las chicas se bañan sin sostén. Pero hay algo malo, no tienen casi tetas. Me gusta mucho España, pero ya quiero volver a mi bello país de mierda.
He hecho lo que dije, a cada chica que veo la miro a los ojos para intentar coquetear. Vi resultados saliendo de Venezuela, detrás de mi asiento había un tipo con tres mamasitas. Siempre las veía, una me miró y salí corriendo al baño a hacerme una paja. Cuando llegamos me pidió en tono sensual que si le podía bajar su maleta (es bien enana), y se la di. Me dijo con su boca bien cerquita de la mía: "Gracias", tenía mal aliento.
Me hice novio de una Argentina, se llama Celeste. Vive en el apartamento del frente. La verdad ella me busco a mí, es bien puta. Debe tener como tres novios, desde mi casa veo cuando los muchachos se meten a escondidas en la suya, después de que su mamá sale a trabajar. La vi una vez y me dio un besito, me dieron ganas de vomitar. Tenía lagañas y mal aliento ¿Será que me pasan esas cosas por ser infiel? ¿A la Frentona le pasa lo mismo? ¿O es que Dios es un cabrón?
En las noches casi no duermo porque mi abuela ronca como máquina averiada. Todos los días llamo a la Frentona; pero sé que ella no me quiere, y eso me duele mucho.
Aquí se comen el pan duro y frio, están locos. Mañana nos vamos de regreso, no me voy a despedir de la Argentina.
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