En la Universidad Arturo Michelena hay una chica que me gusta: La Flaca. Y otra a la que yo le gusto: La rubia Chiqui. A Chiqui la conocí en el curso introductorio que nos permitía ingresar a la Universidad (una excusa para quitarle dinero a los estudiantes) cuando ingresé a ese curso, lo hice junto a Alfonsina del Mar, una amiga del liceo, ella participó en un concurso de belleza el cuál perdió, no porque fuese fea sino porque las demás estaban buenísimas. En ese concurso vi a Las De Andrade. Un grupo de cuatro hermanas (tres son trillizas) que son bellísimas, algo así como celebridades. Me las ingenié para conocerlas, a veces creo que tengo vocación de loco y que si no fuese porque tengo un gran sentido de la moral y la conciencia, sería fácilmente un demente. Lo cierto es que las seguí, me hice amigo de una chica que se ejercitaba en el mismo gimnasio y conseguí que nos presentaran y ue pareciera casual. Disimulé todo muy bien, conocí a Johana, una preciosura, cualquiera pudiera creer que me quería acostar con ellas, pero no era así. Sentía por ellas un encanto sin interés, una ardiente pasión por conocerlas. Cuando conocí a Johana, algo me dejó estupefacto: su voz. Se escuchaba como esas trompetas de principiante. Pero estaba tan hermosa, era una belleza superficial, llena de adornos, maquillaje y escote. Pero, no podía resistirme, su presencia era comi la flauta que encanta a la serpiente. Fuimos juntos a inscribirnos y al regresar, conocí al resto de su familia ¡Qué gente más hermosa y adorable! Comimos un banquete y todos eran bromistas y alegres. Sus otras hermanas son Roxana (la sexy), Daniela (La que menos exótica pero más amable), su madre Rosa (una mujer con un humor cruel y delicioso, y una diosa de la cocina), su abuela Luisa (una señora dulce) y su padrastro, un señor muy gracioso.
Meses después empezamos el curso, lo pase fácil. Johana, Alfonsina del Mar y yo estudiabamos psicología y allí conocí a Chiqui. Alfonsina y Johana eran pesimas estudiantes, a mi se me hacía super fácil la carrera. Cuando empecé a leer, en la biblioteca de casa sólo había libros de autoayuda, por eso yo pensaba que para ser escritor era necesario ser psicólogo. Una vez una compañera del liceo me dijo que estaba leyendo Cien Años de soledad y yo le dije que ese tipo de libros no era bueno porque no dejaban nada productivo.
En la exposición final estaba con Chiqui, y sus amigos: Yenni, una Chica de senos inolvidables. Cacique, un tonto hijo de papi y mami que habla bien el inglés pero que no puede estar dos minutos sin mirar su teléfono. Y mi único amigo: Olvidé su nombre pero tenía muchos tatuajes en la espalda y me contaba historias muy divertidas, cada fin de semana se emborrachaba y vivía huyendo de la mafia, a la que le pedía prestado para pagar un gran robo que había hecho y lo descubrieron, también robaba donde trabajaba en ese entonces, para pagarle a la mafia. Imaginarlo de psicólogo era lo más gracioso. Pero no consiguió pasar el curso y dejó de estudiar.
Aquella exposición nadie estudio, solo yo. Lo dije todo, era sobre el psicoanálisis, nada impresionante: Anos y bebés. Chiqui me odio profundamente esa vez, ya que ella esperaba que le dieran la oportunidad de presentar en otra fecha. Eso es imposible a nivel universitario, pero igual se enojó. No la vi más hasta que empezamos las clase, ¿Cómo terminaría ella siendo parte fundamental de mi vida? Pues lo escribiré en ptra carta porque ésta ya está larga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario