Maria Kovachevit, Bulgaria.
Lo conocí en la empresa de mi padre, trabajaba de leñador, estaba muy loco. Decía que las maderas cortadas por el hacha escondían historias y cuentos. Me gustó porque pensé que era español, pero yo tenía novio. Cuando nos conocimos sabía toda la historia de Europa, era asombroso. Un día me dejó mi novio y Ramiro apareció e hicimos el amor. Vivimos juntos un par de semanas. Me daba miedo lo soñador que era, costaba creer que decía las cosas no para enamorar y llevarte a la cama sino porque de verdad pensaba que la vida podía ser hermosa. Le encantaba verme despeinada, y me pedía siempre sonrisas, yo nunca sonrío porque tengo un diente roto pero a él le encantaba, tenía una fascinación por mis defectos. Cuando supe que era suramericano me decepcioné, pero a pesar de eso me seguía gustando. Yo estaba muy deprimida, y un día me tomó de la mano, se metió en la ducha conmigo y dimos un concierto juntos de Queen y Guns N' Roses. Era un gran tío. Volví con mi novio y el se fue, bueno, lo corrí. Es que me estaba enamorando y enamorarse saliendo de un amor es aterrador. Sé que fui muy dura, nunca supe más de él. Aún guardo sus poemas, me escribió muchos, mi favorito es uno que se llama La mujer que yo quiero. Hablabamos en inglés y yo practicaba el español traduciendo sus cosas. Cuando mi profesora de español leyó sus poemas lo quiso conocer y se terminaron acostando, así fue como supe que lo amaba y debía largarse para siempre.
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