La chama descubrió lo mío con Chiqui, por unos mensajes de texto. Todos mis amigos dicen que soy un idiota (no porque la engañé sino porque no borré el texto, la Chama entre lágrimas dijo lo mismo). De mis amigos, nueve son mujeres, y de esas, ninguna es mi amante. Creo que mi esfuerzo por ser fiel a la Chama es sincero, en promedio de cada diez mujeres con las que puedo tener sexo, me cuesto sólo con una. A lo mejor en promedio parcial soy un hijo de puta, pero en promedio general soy un buen hombre. Mis deseos sexuales (desenfrenados) por las mujeres me hacen ser un gran amigo. La amistad es como un deseo sexual incestoso. Un deseo separado por una enorme y hermosa distancia, la cual contemplamos como una hermosa nube, o un barco que se pierde en el mar, y todo eso es la fraternidad. Ser amigos es desearse desde una inalcanzable distancia, estando justo al lado de esa persona. Por eso apenas nos acostamos con un amigo la amistad se pierde, porque el deseo se hizo tangible, muchas veces lo peor que le puede pasar a los sueños es hacerse realidad. Hay sus excepciones claro está, amigos que son amantes, pero cuando ésto ocurre es probable que esa persona no encaje del todo en la etiqueta de amigo, y si no fuese por el sexo, tampoco en la de amante. Esas relaciones son como accidentes o desgracias que, aunque nos cueste aceptarlo, nos salvan de esa lenta muerte que es nuestra existencia. La realidad fantástica y utópica existe porque existe la vida normal y miserable. Los amantes existen porque hay esposas, y mientras más nos alejamos de la sociedad nos damos cuenta que el infierno somos nosotros y no ella, y a la vez somos el cielo: cuando la cambiamos, cuando nos acostamos con los amigos y gozamos del momento, aunque eso signifique hacer sufrir a la Chama. Cualquiera puede pensar que no amo a la Chama, probablemente es cierto, porque lo que la gente llama amar es más un apodo que un nombre. Ni siquiera es una aproximación, es sólo un nombre que se le da a lo que no somos capaz de explicar. He ignoramos que cuando empezamos a creer que sabemos "qué es el amor", ya eso deja de ser amor. El amor debe ser algo que no te lo expliques y que te llene tanto que no sientas la necesidad de buscarle nombre. Y yo amo a la Chama, no siempre, pero en esos ratos de amor siento una llama que me ciega por completo y entonces puedo verlo todo. Es una visión como de sueños, y como es de sueños, es inútil tratar de explicarla.
Fui y le dije a Chiqui la verdad (toda, no a medias). Me dijo que soy un idiota porque no borré los mensajes. Muchas veces creo que hacer lo correcto y vivir, son dos cosas muy distintas. Es fácil ser correcto y ver qué está mal, cuando nos alejamos, cuando nos adentramos a esas reflexiones tan nobles y tan ajenas al mundo. Pero la vida con las personas es un tejido de pasiones, y queremos destruir todo lo que se interponga entre nosotros y quienes nos desbordan de ganas. Salvándonos de la mediocridad, que nos hace creer que podemos gozar la vida empapándonos pero sin mojarnos. Así es como Chiqui, esa Cristiana redimida, se encontraba luchando por no perder su puesto de amante. Porque al final, lo correcto es lo que nos haga feliz, y luego si quieres pensamos en la humanidad.
Se enojó y fue a besarse con un chico que parecía la versión pirata de Bob Marley, un greñudo que se creía un gran filósofo porque fumaba marihuana. Ésto es como creer que nadie ama como un borracho porque no tiene miedo de hacer el ridículo por amor. Hizo lo que suele hacer cuando no consigue lo que espera de quienes ama: hacerse daño para que, los que la quieren, sufran.
Se comportaba como una niña tonta y caprichosa (y yo como un imbécil asustado, no lo niego) entonces recordé esa clase donde el profesor de psicología nos decía que los Emo (gente que se hace daño, se corta las venas they are always depresed) son niños de mami y papi con falta de cariño, ya saben, tonterías del primer mundo. También nos dijo cómo la gente religiosa cree que Dios les multiplica el dinero gracias a diezmo, cuando en realidad, estudiado a fondo, sacamos la conclusión de que aumenta su dinero porque se niegan a los vicios y el despilfarro. Es decir, ahorrar y vivir una vida sana (y por qué no: invertir), es como ganar la lotería poco a poco. Pensar me gusta, se me hacía más placentero pensar que preocuparme por la Chiqui y su greñudo.
Cuando salí de clases la Chiqui andaba por allí, ebria y oliendo a tabaco (era lunes). Me suplicó que la acompañase a su pueblo, me pareció bien, que alguien no este contigo no significa que no le pertenezcas. Y yo, a pesar de mi decisión, seguía siendo de Chiqui desde nuestra tarde juntos. Nos besamos en el bus (primero me cercioré de que no hubiese nadie que conociese a la Chama) luego dimos vueltas durante horas por la plaza. Nos abrazamos y nos dijimos adiós. Y desde ese día no he dejado de pensar en ella cuando estoy solo, le escribo poemas cuando me siento triste. Me avergüenza decirlo, pero la he idealizado y hecho musa. Sé en mi fuero interno, que las mujeres cuando se van para siempre de tu vida: se hacen diosas, perfectas y musas. Y que si una mujer se va de tu vida, es mejor rezar porque no vuelva jamás.
Escribí un poema sobre Chiqui, se llamaba: Sometido a tu piel. Se lo mostré a una escritora llamada Bibiana Faulkner y me dijo que era un mal poema escrito por un buen escritor. Me llenó tanto de alegría su crítica, que tomé la decisión de dejar los estudios, salir a buscar trabajo, a aprender de forma audidacta todo lo que me inquieta, y en especial: salir a vivir.
De todas formas la Universidad Arturo Michelena es muy costosa y no puedo seguir pagándola. En fin, cualquier excusa es buena para aferrarse a una esperanza.
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