Anoche cometí una locura. Aún no puedo creer lo que pasó. Estaba en casa de mis primas. En la casa de mis primas viven sólo mujeres. Mis tres primas todas guapas y mi tía, un alma de Dios. Hace tiempo que el loco con el que estaba casada mi tía se fue (lo corrieron porque trajo a casa una mujer joven, su prima lejana, con un hijo. Todos le ayudaron, le daban la bienvenida a aquella indefensa madre desamparada. En la casa de mis primas son tan pobres que no tienen ni jefe, y por eso reina la solidaridad y cada que hay chance se celebra cualquier cosa. Todo fue bien hasta que supieron que no era prima sino amante de el Loco). Así que suelo ir y visitarlas porque ahí se duerme hasta tarde, no se limpia, y me siento libre. Además, para ver a la Malandra e intentar dejar mi virginidad con ella.
La Malandra y yo nos conocimos en una fiesta. Yo iba a visitar a mis primas como de costumbre. Me gustaba porque con ellas hablaba de mis inquietudes acerca de chicas y demás. Sorpresivamente apareció esa noches. Escuché su voz llamando y me emocioné. Yo andaba con muchas ganas de tener novia porque estaba muy triste por mi ruptura con la Frentona (me dejó como se deja a la mierda antes de bajar la palanca del excusado) y estaba en el ordenador escuchando música triste. Por amar a ciegas, de Arcángel. Y cantaba para no llorar. Pero la aparición de la Malandra me llenó de ánimo y deseos de ligar. Nos presentaron y pude verla, detallar su hermosa sonrisa y sus cabellos rizados preciosos. Después de eso no la miré más por timidez así que me iba al cuarto de mis primas a escuchar su voz por las paredes. Las invitó a una fiesta, mi tía ni quería que yo fuera porque es peligroso para mí andar por esos barrios. Pero mi prima mayor dijo que ella quería ir. Entonces como iban todos, si me dieron autorización.
Fuimos caminado a pesar de que prometimos a mi tía ir en taxi con un dinero que mi madre prometió reponer cuando me fuese a buscar. La verdad el dinero era de mis ahorros pero no quería gastarlos, así que dijimos que era de mi tía. Pensamos que con ese dinero nos podíamos comer unos hot dogs, y yo pensé que si me hacía el loco, podía no gastar nada y duplicar mis ahorros. Llegamos hasta el sitio y era una casa no tan mal. Era mi primera fiesta. Había mucha gente mayor y algunos jóvenes. Yo estaba mudo de nervios, pero no dejaba de ver a la Malandra. Tenía una blusa naranja chillona, y noté que tenía preciosos huecos en sus mejillas y parecía que los hollos eran dos pequeños deminios traviesos que se peleaban por ver cuál de los dos se quedaba con aquella bella cicatriz de mi dolores que fue su boca.
Hablabamos y yo recordaba aquel informe que leí sobre cómo hablar con chicas y decía que uno no debe preguntar como si estuviese interrogando. La clave es: hacer preguntas de cómo y por qué y dejar que la chica suelte hasta que se enamore. Algo así. Recuerdo que colocaron una canción y me preguntó si yo bailaba. Yo les juro que pensé que me preguntaba si quería casarme con ella. Entonces dije que sí y cuando desperté de su sonrisa me llegaron los nervios.
La pista de baile era la sala de estar de una casa. Habían recogido todos los muebles (en caso de que los hubiese) tal vez para evitar daños o robo. Es bien sabido que en fiestas va cuánto loco pase y los locos roban cuanta cosa mal puesta vean. No sé si había gente de mal aspecto, probablemente sí. Casi todos en esa zona de Maracay tienen aspecto delictivo. Pero yo estaba perdido en el mover de caderas de la Malandra. Ella estaba frente a mí, y en medio de la oscuridad, y a pesar de el olor a sudor enlatado del lugar sin ventilación, la veía moverse como serpiente. Yo tal vez me moviese también, pero sólo estaba mi atención en sus caderas y en su escote. Luego se volteaba y su trasero me acariciaba el sexo por encima de las ropas. Me acercabapara besarla pero me daba terror hacerlo porque no eramos novios. No quería ser irrespetuoso. Podía hacerlo, pero estaría mal. Entonces mis primas aparecieron y me sonrojé. Estaba aterrado. Decían: ¡Eso, Ramiro sabe bailar! Y yo sonreía tímidamente y pensaba: mueran todas.
Se acabo el regetón y pusieron salsa. Yo no se nada de salsa más que a los malandros les encanta. La Malandra me preguntó si yo bailaba salsa, le dije que no. Y hizo un puchero en los labios como un niño que no es complacido, fue hermoso su rostro. Sentí que ella disfrutaba mi contacto, mi sudor, bailarme.
Nos sentamos afuera, en unas sillas playeras de esas baratas todas de plástico. Había nada más como quince en toda la casa y estabamos como reyes en sus tronos. Cuando nos sentamos un chico nos interrumpió, supongo que se habría dado cuenta de que la Malandra bailaba en su silla como si su mente se transportara a un rito imaginario en donde bailaba en dirección a la eternidad de los sueños. Y me preguntó a mí si le permitía bailar con ella. Estuve muy impresionado, si sentía celos, pero fue hermoso que pensaran que ella era mía. Los celos no eran del chico, era un flacuchento mal vestido, todos su grupo de amigos con apariencia igual de delictiva andaban sólo viendo el baile y bebiendo alcohol. Lo más hermoso fue cuando la Malandra me miró y me preguntó como si le pidiese algo a un Dios misericordioso y asesino que si no me "ponía bravo" por que se fuera a bailar. Le dije que no, creo que aún sin caer en cuenta de los acontecimientos. Pensaba: ¿Por qué pide permiso, si la acabo de conocer? ¿Sentirá ella lo mismo que yo? ¿Entonces por qué baila con ese loco en vez de hablar conmigo? Una de mis primas me preguntó que si "le había pedido el empate", sonrojé y le dijo que no. Me dijo que no fuese tonto, que ella me diría que sí. En ese momento comprendí que yo no me encontraba en el mismo mundo de donde venía, la gente aquí se hace novio si se gustan, y eso es todo. Y a mí me parecía increíble.
Me sentía celoso, hablaba con mis primas y me preguntaba cuándo aparecería la Malandra ¿Habría hechizado de la misma forma a aquel chico y ya yo era no más que una insignificante canción en el mundo de las canciones que se olvidan? Luego de la segunda canción apareció, se sentó y dijo que no le gustaba cómo bailaba aquel chico, "no sabe bailar" dijo con desdeño. Eso aniquiló mis deseos de salir a la pista de baile a improvisar como había ocurrido ratos atrás. Y también pensé con celos: o sea, que si es por ti me dejas aquí solo toda la noche y tu con otros. Pero los celos se esfumaban con su sonrisa pícara y coqueta. Me dijo: bailar salsa es fácil sólo haces ésto, mientras tomaba mis manos a la altura de su pecho y las movía guiadas por las suyas en circulos como de humo. Sonrojé y dejó caer nuestras manos en sus muslos delgados y mis manos estaban como muertas, pero realmente se hacían las dormidas para sentir su calor más allá de las telas blancas de su pantalón.
Pasaron minutos y no nos soltabamos las manos. Yo sentía que cuando ella me soltara la noche se acabaron. A veces soltaba una, se rascaba la nariz o se acomodaba el escote y luego volvía a mí. Y yo me sentía como un trapecista que soltaba una cuerda para ir a columpiarse de la otra. En esos instantes sin sus manos en las mías el terror y el desamparo me sometían a su piel. No aguanté más y le dije al oído que si quería ser mi novia. Se hizo la que escuchó mal y se lo repetí humillado y arrepentido. Sonrió, vio alrededor y al mover su cabeza vi sus mejillas y me llenó de ternura y valor observar los hermosos huecos de sus mejillas. Dije: ¿Si te gustaría? Seleccioné cuidadosamente mis palabras, una profesora me había enseñado que si uno dice: "¿No te gustaría?" Es probable que te digan que no, y si uno dice "si te gustaría" es probable que tampoco, pero tal vez te digan que sí.
Quedó en silencio, me dijo que lo iba a pensar. Me entró un placer muy parecido al sufrimiento. El placer de conquistary enamorar. Colocaron regetón de nuevo, bailamos. Ella ya estaba más sudada, desarreglada. Nos besamos, la besé tanto que ya que importaba sí me decía que sí o no.
Esa noche mis primas le propusieron que fuese a dormir a la casa de mi tía, ella pensó un poco y entre todas convencieron a la malandra de decir que sí. Fuimos a altas horas de la noche a su barrio, uno de los más peligrosos. Una de mis primas, mayor, estaba de novia con un chico sifrino que estudiaba en una universidad cara. Mi prima, aunque cueste creerlo, no era su novia por eso, sino a pesar de eso. Ella ya tenía una pareja con dinero, un señor mayor. Cualquiera pensaria que el chico por lo menos era guapo, pero no, que va, más feo que una patada en los testículos. El pobre andaba aterrado, casi se pone a llorar de miedo. Recorrimos un pequeño puente ideal para que nos violaran y asesinaran a todos. Por suerte la Malandra vivía enla entrada del barrio y no debimos ver mucho hampa. Su madre era de su tamaño, delgada, parecía una anciana pero no creo que lo fuese. Era de esos cuerpos llenos de vicio y mala vida. Sólo le dijo: hija usted ya es grande, yo complí ya con hacer que se gradué del liceo. Usted sabe que es bueno y malo. Creo que la señora estaba drogada.
Al llegar a casa de mi tía intente hacerle el amor, pero sólo dejo besarse. Menos mal. Porque no tenía idea de cómo, aunque si tenía condones.
La locura que hice ayer fue escaparme a la casa de la Malandra, mentí, dije que mi padre venía por mí y quería verme. Pero me fui con ella. Quería follarmela. Estando solo con ella, su barrio se veía más aterrador. No puedo describir el pánico que me dio. Cuando llegamos a su casa una por una a velocidad sistemática todas mis espectativas iban ahorcándome. No hicimos el amor, me sacó una silla y me puso a dormir sentado. Ella se acosto en su cama y en la madrugada me vino a abrazar. Le pedí que se sentara en mis piernas. La verga se me endureció y la besé. Ella se sentía incómoda y arrimó una silla a mi lado. Se quedó dormida y yo aproveché para chuparle una teta.
Al otro día me sentía el tipo más miserable del planeta, mi madre vino por mí, me descubrieron la mentira. Mis primas se enojaron y lo peor es que no pude dejar de ser virgen.
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