Por primera vez en la urbanización de Los Castores, veo chicas de mi edad. Todos los muchachos salen a perseguirlas y hablar con ellas. Cuando llegan suelo preguntarles cómo les fue, me responden con desdén, tal vez les fue mal. Ambas chicas son hermosas. He sabido por un chico que es cercano a ellas, que son primas, una está de vacaciones, la otra vive aquí. Están de moda unas bermudas con diseño de cuadros, casi todos tienen menos yo, no me interesan las modas, las modas son los distintos rostros de la estupidez. Ellas usan esas bermudas, a la visitante le quedan mejor: tiene más culo. Pero, a mí me gusta más la otra, a pesar de que a todos los demás les gusta la visitante por su cuerpo. Ambas son pequeñas, una es muy frentona, tiene más frente que cuello. De cabellos rizados, piel blanca de tono amarillo, es decir mestiza o blanca criolla. Es la visitante. Su prima, la residente, la que me llama más la atención, porque se ve más callada, incluso tímida. Es morena, cabello liso, con muchos rasgos indios. Pero hay otro problema, el amigo que me cuenta todo sobre ellas, el Santero, es novio de la que me llama más la atención. Ver a las chicas de otros no es correcto, y no la buscaré. De todas formas: No me hace falta lo que nunca he tenido. Ya llegará mi primera novia, algún día.
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